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Nuevas placas solares a punto de saltar del laboratorio a la industria

Los avances en materiales y técnicas para incrementar el rendimiento de las células solares están sentando las bases de una próxima revolución que mejorará el aprovechamiento de la energía solar

El físico Michio Kaku cataloga la humanidad actual como perteneciente a una civilización de tipo 0, que sólo es capaz de extraer la energía que la vida ha almacenado en forma de combustibles fósiles, carbón, petróleo e hidrocarburos en general. El siguiente paso se antoja gigantesco: una civilización de tipo I sería capaz de aprovechar casi toda la energía planetaria, la luz que baña enteramente la Tierra, incluso la energía de los volcanes, lo que le permitiría controlar el clima y construir ciudades submarinas. ¿Cuánto tiempo falta para que esta predicción se haga realidad? Sin hacer conjeturas sobre el futuro, queda claro que éste pasa por aprovechar la luz solar hasta unos niveles desconocidos de eficiencia.

En el mejor de los casos, el rendimiento de las células solares actuales hechas de silicio policristalino alcanzan en el laboratorio porcentajes del 18% -a escala industrial, este rendimiento baja entre el 13% y el 15%-. Sin embargo, eso no es suficiente: basta pensar que la luz que baña todo el planeta durante 40 minutos equivale a toda la energía que el mundo consume en un año. En estos tiempos prehistóricos, sin embargo, las investigaciones en nuevos materiales y técnicas para incrementar el rendimiento de las placas solares están sentando las bases de una revolución futura en el uso de la energía solar. Estos estudios buscan traspasar las fronteras del laboratorio para entrar en la industria y en el mercado de la energía. Algunos lo conseguirán; otros fracasarán. Hacemos aquí una lista de los avances que resultan más prometedores.

Marc A. Baldo, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (EE UU), asegura que el rendimiento puede multiplicarse por 10, y esto podría suceder en unos tres años. Su investigación, publicada recientemente en la revista Science, describe un «concentrador solar» hecho de una mezcla de dos pigmentos que forman una pintura, extendida encima de un plástico o un vidrio. Se trata de un nuevo concepto de placas solares, para lo que hay que enumerar los inconvenientes de las convencionales. Éstas tienen que «seguir al sol» como los girasoles, orientándose para lograr el máximo rendimiento óptico; en el proceso, pueden quitar luz y dar sombra a otras placas. Para dotar a una casa de una cantidad digna de electricidad, es preciso cubrir todo un tejado. Y, para colmo, las células solares que están en el centro de los espejos necesitan refrigeración. De lo contrario, se freirían por el calor.

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